El suelo estaba duro, el aire en sosiego y el camino solitario. Al principio, andaba deprisa para entrar en calor, pero reduje la marcha y empecé a disfrutar y a analizar la índole de placer que la hora y el entorno hacían germinar dentro de mí.
CHARLOTTE BRONTË, ‘Jane Eyre’
🌳 Lanzarse al camino
Reconozco que tengo vetadas ciertas calles, ciertas aceras. Lo que les ocurre a algunas personas con los olores o los sabores de su infancia pero justo al revés, va y a mí me pasa con tres o cuatro calles que ni con los ojos cerrados paso yo ya, por allí, otra vez. Que me retrotraen a momentos vividísimos de mal rollo, que es pensar en atravesar este espacio municipal y me sobreviene el mal cuerpo; me descompongo. Ese sería un paseo mal. Luego están los paseos de/para llorar. Y digo de llorar primero porque como con anterioridad he podido disfrutar de un berrinche memorable y a pleno pulmón a lo largo de esa ruta, atesoro esos caminos testados en mi memoria (también en las notas de mi móvil) y me los guardo para próximos episodios de amargor y desahogo. Mapeando el llorar bien; zona de confort para llantos largos. También os la puedo pasar si queréis, claro. Esa ruta. Y qué placer pisar terreno seguro para disfrutar de un buen disgusto tranquila, a pierna suelta. Ah, evitad siempre grandes avenidas y calles principales. Llorar se llora bien por caminos secundarios y pegaditas a la pared. Los paseos del amor, pues ahí están también. El itinerario que incluye ese primer beso, el primer menú del día, la primera cama, el primer portal. Del amor bien, se entiende. Y no me extiendo aquí, que esto se sabe a la primera.
Los nuevos paseos. Yo los llamo así. Recuerdo el día que entendí de verdad, pero de verdad, que con mis dos piernas y contando con el tiempo a mi favor, lograría ir a cualquier parte. Sin depender de nada, de nadie. Podría salir de mi casa una mañana tranquila y echarme a andar. Y andar un poco deprisa que es como me gusta. Y después de un rato largo, tan largo como yo quisiera que fuese ese rato, estar en un sitio bien lejos y diferente. Este es un poder poderoso. Lo recuerdo como una revelación. Sí, no soy nada original en esto. Sabía de los paseos nocturnos de Dickens por las estrechas calles de Londres, que la ‘Emma’ de Jane Austen (en realidad, todos sus personajes femeninos) no podía vivir sin su paseo diario, que Víctor Hugo gustaba de airearse en las costa Cantábrica, que Virginia Wolf defendía el encanto de caminar durante las tardes heladas, entre la hora del té y la cena. La mejor hora.
Pero es que esta vez iba a ser yo la que anduviera y desandara mis propios caminos, la que se aventurara por las lindes de la ciudad hasta alcanzar esas tierras ásperas que ya no son de nadie. Iban a ser unos paseos nuevos, bisoños, inexpertos. Unos paseos improductivos. Andar por andar.
Y me perdería y me daría lo mismo. Así. Por gusto.
Empiezo ya.
🌳 Un buen paseo
Al norte, desde el barrio de Mirasierra hasta el corredor ambiental del río Manzanares. Esto es en Madrid. Que cada cual se tome su tiempo, sí. La senda tiene casi todo lo que me gusta. Se inicia en un angosto túnel que cruza la carretera y las vías del tren de una vez, llega a un páramo cubierto de plantas nativas (tomillo, espliego, retamas) y cierta cantidad de basura. Se vagabundea junto a un viejo molino al ladito de una granja de cabras y ovejas, y se atraviesa (tal cual) una entrada furtiva en la tapia del mismísimo monte de El Pardo. Te tropiezas con quintas, descubres la Senda Real (GR-124) y alcanzas el río Manzanares.
Si la jornada se ha dado bien, incluso puede que apetezca acercarse al mismísimo pueblo de El Pardo. En nada llegas.
🌳 Un descubrimiento
La Quinta del duque del Arco. En la gran dehesa, en pleno monte de El Pardo te sorprende solemne la también conocida como Quinta de El Pardo. Y es que mí me sorprendió mucho.
Rebuscando leo que el tal Don Alonso Manrique de Laray Silva, duque del Arco fue caballerizo mayor de Felipe V y una persona de confianza del monarca. Uno de esos cortesanos, que asciende socialmente y desarrolla una carrera como político, ocupando numerosos cargos de responsabilidad y confianza como virrey de México y alcaide de El Pardo. El duque compra esta finca rústica (en 1.717) para solaz personal y manda construir, como no, un palacete y una casa de labor.
Atravesar el portón de piedra coronado con un flamante arco, te anticipa ya un buena jornada de asueto a lo largo de un hermoso jardín de distintas alturas, con bonitas fuentes, estanques y gran cantidad de árboles. Leo también que este jardín es uno de los mejores ejemplos de jardinería barroca en España. Ambos, el palacio y los jardines de la Quinta del Duque del Arco fueron declarados Monumento Nacional en 1935.
Y esta casa de campo fue también la residencia oficial de Manuel Azaña en los años treinta del siglo pasado. Aquí justo, entre sus grandes secuoyas (sequoiadendrom giganteum) le pilló el golpe de estado de 1936. Imagino al político, que también era un buen caminante, vagando entre viñedos intuyendo ya el ruido de sables. La desazón.
El palacete en la actualidad no se visita. El resto de recodos de la quinta, sí. Aquí veníamos a estirar un poco las piernas, ¿verdad? Date un paseo.
🌳 Mujeres paseantas
La escritora y poeta modernista Nan Shepherd(1893-1981) iba a la montaña no para retarse o para conquistar cumbres nuevas sino como quien va a visitar a una amiga; para pasar un rato juntas. Lo importante era, sí, el camino. Observar cada detalle en cada ruta, en cada época del año, en cada ser vivo. El vuelo del águila real, a los corzos en la arboleda, el reflejo del manantial. Lo que cambiaba y lo que pertenecía. Nan era paseanta, profesora de literatura inglesa y una reconocida montañera.
Su obra más importante ‘The Living Mountain’ es un homenaje a sus muchas caminatas por las colinas agrestes y difíciles de los Cairngorms. Una bella declaración de amor a la cadena montañosa donde pasó varios años de su vida, totalmente aislada de todo. Una celebración a su deambular entre lagos y cumbres glaciares; entre aristas y grietas.
Traducida a multitud de lenguas –Errata naturae editó ‘La montaña viva’ en nuestro idioma– está considerada una obra principal entre la literatura de naturaleza. Pasear para (re)encontrarse.
🌳 Escribir la naturaleza. Algunos Libritos
Atención fans de H. D. Thoreau y de la naturaleza en general: vengo aquí a sembrar el desconcierto. La escritora estadounidense Susan Fenimore Cooper (Scarsdale, 1813 - Cooperstown, 1894) publicó sus bellos apuntes y reflexiones como naturalista y activista por la preservación, cuatro años antes de que ‘Walden o la vida en los bosques’ viera la luz. Y esto, me parece, hay que decirlo. ‘Diario rural. Apuntes de una naturalista’ es una bellísima obra que da paz. Un libro que describe de forma minuciosa la vida de los bosques y las gentes que poblaban la Nueva Inglaterra de 1850 en formato bitácora. Un relato importantísimo.
Llegué a esta maravilla en paralelo, por dos grandes fuentes de confianza: gracias a los tips de la veterinaria de campo, poeta y escritora, María Sánchez, que se encarga, a la sazón, del prólogo de la edición española de esta joya oculta. Y gracias a la imprescindible editorial riojana Pepitas de Calabaza, que tuvo a bien incluir en su catálogo este ensayo naturalista irrepetible, publicado por primera vez en castellano.
Hemos disfrutado mucho el paseo; resulta especialmente agradable deambular a voluntad por un terreno tan extenso, sin tener que ceñirse a los caminos, y sin ningún obstáculo que frene el paso. Todo ello aporta libertad a estas caminatas sobre el lago, más allá de lo que estamos acostumbrados en tierra firme, donde hay que contar con caminos, vallas y puentes en cada esquina.
SUSAN FENIMORE COOPER, ‘Diario rural. Apuntes de una naturalista’
Mujer de amplísima cultura, beneficiada, sin duda, por el acceso a la gran biblioteca familiar –su padre fue el escritor John Fenimore Cooper, autor de ‘El último mohicano’–. Caminante por costumbre, por necesidad y como forma de vida. Escritora entusiasta y minuciosa que anotó y dibujó de forma precisa la vida salvaje del campo que observaba cada día, en cada paseo: flores, aves, insectos, texturas, olores. Femimore Cooper glosaba cada cambio, cada breve alteración, cada nueva alegría que observaba en su entorno, volcaba en palabras sus observaciones rellenando infinitos cuadernos para suerte de todas nosotras.
Día nublado. Hemos dado un agradable paseo en barca por el lago. El campo, visto desde el agua, tenía un aspecto encantador, ataviado con los trofeos florales de mayo. Muchos de los árboles frutales siguen en flor, en vergeles y huertas, mientras que los cerezos y ciruelos silvestres chorreaban en el agua en muchos puntos. La tarde noche era tranquila, perfecta, sin un soplo que agitase el lago, y el suave aspecto primaveral de montes y campos, iluminados por su joven verdor, ha ido cubriendo las aguas.
SUSAN FENIMORE COOPER, ‘Diario rural. Apuntes de una naturalista’
Bueno, y solo eso. Un libro que huele a campo en primavera.
🌳 Arte natural
Voy terminando con un paseo figurado y con un poquito de arte (natural). Ya que no podemos desplazarnos físicamente a la capital francesa, ni vagabundear por sus calles, fantaseo con qué será lo primero que haga en cuanto podamos asomarnos al país vecino. Qué lejos ahora todo.
Pues estos son Abélard y Héloïse (sí, como los amantes medievales) y presiden en la actualidad una de las salas de El Museo de Orsay en París. La bella pareja es protagonista de una exposición que yo visitaría sin dudarlo, de tener la oportunidad. ‘Les origines du monde. L'invention de la nature au XIXe siècle’ es la muestra que dedica por primera vez la prestigiosa institución al encuentro entre las ciencias y el arte, en colaboración con el Museo Nacional de Historia Natural.
Mi tema favorito. ¿Cómo descubrimos la naturaleza? ¿Y su representación gráfica? ¿Quiénes fueron los primeros artistas que plasmaron la diversidad del mundo y la gran variedad de las especies vivientes? ¿Cuáles son esas obras? La fascinación por los orígenes de la vida, por los secretos de la botánica y los grandes misterios de las profundidades del océano inspiraron sin duda a generaciones de pintores. Esta expo repasa los principales hitos de los descubrimientos científicos del siglo XIX y sus paralelismos en el imaginario popular. Vaya maravilla. Podría visitarse hasta el 2 de mayo de 2021. Pero no sé si llegamos y eso.
🎧 Esta cancioncita sonó muchas veces mientras escribía este primer paseo.
paseantes del mundo, uníos