“Cuando más en paz me sentía era paseando por Londres con una lista de recados en el bolsillo. Me hacía feliz descubrir cómo encajaba la ciudad, cómo un barrio se convertía en otro, cómo el río gris y serpenteante atravesaba el centro, y qué colinas ofrecían las mejores vistas del conjunto.”
LIZZY STEWART, ‘Alison’
🌳 Lanzarse al camino
Al caminar, sin apreciarlo siquiera, establecemos algo así como una relación solemne entre cuerpo, mundo e imaginación. Ese espacio/tiempo dedicado al leve arte del deambular ha suscitado a la largo de la historia cientos, miles de cavilaciones, ideas, ensoñaciones y quimeras. Poesía y prosa.
Paseo perezosa un sendero lleno de colores. Observo, imagino y pienso para mí. Las malvas, cardos, jaramagos, dientes de león y ortigas se abren camino. La vegetación espontánea asoma desordenada por la senda. Esa flora sencilla, en la que apenas reparamos y de la que ni siquiera conocemos su nombre, salpica el camino orgullosa y sale a mi encuentro.
Yo, feliz.
Allá donde mires, toda una serie de especies vegetales libres se instalan sobre el terreno desnudo y arenoso, donde nacen y crecen naturalmente sin la influencia del ser humano. Fíjate. Son plantas humildes, irreductibles, que colonizan los senderos abandonados, las faldas escarpadas, las grietas imposibles. Y es que cualquier hueco tiende a ser conquistado por la diversidad. Plantas silvestres. Plantas rastreras. Malas hierbas. Hierbajos. Encuentro su resiliencia majestuosa.
Admiro la belleza asalvajada, anárquica, de la botánica cercana, de las especies (im)populares y rebeldes. Esa forma de autodefensa de la naturaleza que compensa así los desequilibrios del suelo. En el campo y también en la ciudad.
El parque Südgelände en Berlín es uno de los tesoros inesperados de la ciudad alemana, que tiene bastantes. Lo que fuera un antiguo intercambiador de trenes, abandonado tras la segunda guerra mundial, es ahora un bosque primario de dieciocho hectáreas que se ha regenerado a lo largo de los años al permanecer aislado, sin intervención humana. De forma espontánea. La historia del Natur-Park Schöneberger Südgelände (este es su nombre completo) está íntimamente ligada a la historia de la ciudad, al Berlín de la posguerra: una ciudad aislada y dividida por un muro. Y con el desmantelamiento y abandono de ciertas líneas ferroviarias e industriales. Aquí, la naturaleza esplendorosa activó sus procesos de reapropiación del suelo. Las plantas pioneras, especialmente gramíneas, se establecieron a su gusto. Y con el tiempo comenzaron a llegar las especies arbustivas y arbóreas, cuyas semillas encontraron fácil acomodo en el sustrato de grava de gran parte del parque. Rápidamente los abedules, los robles y multitud de especies libres colonizaron las vías y los restos de infraestructuras ferroviarias, conformando una deliciosa jungla urbana instintiva, protegida del impacto humano. El Südgelände es el verdadero paradigma de la victoria de estas especies avezadas, rebeldes, en espacios aparentemente poco fértiles u hostiles. Maravilla. Recomiendo un paseo por este bello parque público aderezado de interesantísima arqueología industrial, caminando casi sobre los raíles que delimitan los caminos y conforman los diversos recorridos. Y disfrutar de sus 366 especies diferentes de helechos y plantas con flores.
Si se pueden renaturalizar los tramos urbanos de ríos y ganar en biodiversidad se pueden renaturalizar nuestras calles. Digo yo. Y que la naturaleza entre asilvestrada y espontánea al corazón de la ciudad.
Verás. No estoy sola en esta fascinación por la flora rebelde y por “herborizar en el asfalto” (esto es de Walter Benjamin). Alberto Peralta es el impulsor e ideólogo de algunas de las experiencias más innovadoras en gestión del espacio público de la ciudad de Madrid: del modelo vecinal autogestionado en Esta es una Plaza, miembro fundador de la fascinante Red de huertos urbanos comunitarios de Madrid (Rehdmad) y del Colectivo Ciudad Huerto. Qué bonito: ciudad-huerto. También, es programador del festival Humus Revolution que acoge cada año La Casa Encendida sobre huerta, naturaleza y ciudad. Peralta, botanizando siempre la ciudad, sí.
Y, claro, (aquí quería yo llegar) otro fan declarado de la vegetación espontánea: de su belleza y de sus infinitas propiedades en los entornos urbanos. Alberto Peralta ha coordinado durante varias ediciones, las jornadas Salvajes, silvestres y espontáneas: una serie de encuentros dedicados por entero a esta vegetación libre que coloniza los huecos urbanos y redecora el asfalto, ensalzando y reivindicando su valor. Muchas de las charlas con otros encandilados por las hierbas espontáneas siguen online. Recomiendo mucho bucear en esta subtrama rebelde y ecodiversa.
Por si acaso, y para que no se pierda, rescato por aquí, una de estas fascinantes conversaciones: un encuentro con el paisajista J. Ramón Gómez sobre lo que él llama La belleza inesperada, la belleza de la flora espontánea. Este activista ambiental, otro adorador de la vegetación rebelde, defiende algo muy chulo y bastante contracorriente: la posibilidad de un modelo de jardín/parque nuevo para la ciudad (naturalizada). Un jardín espontáneo, experimental, liberado, donde haya cierto abandono pero una rica biodiversidad que atraiga más biodiversidad. Un modelo de espacio público flexible y florido, “un bello error” que introduzca naturaleza y ciclos naturales muchas veces perdidos o inexistentes a nuestro árido y poco humano entorno urbano. La belleza verdadera.
Termino esta oda (larga) al pasear anárquico, a la belleza espontánea y a la rebelión natural confesando mi amor infinito por una mala hierba comestible, la borraja. Y es que algunas malas hierbas también se comen. Esta verdura sencilla y denostada siempre será mi plato favorito. La borraja (borago officinalis) crece asilvestrada, de forma espontánea y con profusión en tierras fértiles y húmedas, al borde de los caminos y en laderas montañosas. También se cultiva y en la ribera del Ebro (mi casa) es un delicioso manjar. Recomiendo tanto.
Sigo el camino repleto de frutos de otoño perdiéndome en la ciudad como una se pierde en un bosque. Pasear también para tomar conciencia del espacio/tiempo.
🌳 Un buen paseo
Esta vez, el paseo me lleva al sur. A un distrito muy querido, al de Puente de Vallecas. Y en concreto, al barrio obrero y solidario de Entrevías (antes, Poblado dirigido de Entrevías). Paraje que toma el nombre de las circunstancias que lo rodean, claro: las vías de los trenes.
Este barrio humilde, de emigrantes —interiores primero y exteriores después—, fue destino preferente de las olas migratorias procedentes de la Mancha, Extremadura y Andalucía en los años 40 y 50 del siglo pasado. Y este origen constituye parte de su personalidad. También su rico tejido asociativo y la lucha de sus movimientos vecinales.
Orgullo de barrio son dos entornos públicos utilizados de forma intensa por las vecinas: el Parque Forestal de Entrevías y la Estación Asamblea de Madrid. Dos lugares diseñados como puntos de encuentro para crear y reforzar la identidad del barrio con parques biosaludables para mayores, espacios de juegos para los niños. Además, ahí mismo, se encuentra la sede del autogobierno de la Comunidad de Madrid y esto imprime de una relevancia especial a la zona. Trasladar al sur la Asamblea fue una decisión meditada, una forma de reequilibrar el mapa institucional de la ciudad. Y una curiosidad para las interesadas en el arte: la Asamblea cuenta en su haber un relevante patrimonio artístico, obras que visten las diferentes instancias del edificio que además es visitable. Recomiendo este paseito al interior del gobierno de Madrid, también.
Al grano. Esta undécima caminata por el barrio de Entrevías tiene muchas de las cosas que me gustan: especies singulares, vistas panorámicas, jardines de rocas, un bosquete de arces. Este es un paseo por el Parque Soto de Entrevías, una zona verde tranquila, silenciosa, idílica que forma parte del (futuro) anillo verde que colinda con las vías del tren que parten de Atocha y las carreteras de circunvalación M-40 y la carretera de Andalucía A-4. Este es un gran descubrimiento.
Este soto de más de 33.000 metros cuadrados funciona como parque educativo: una suerte de aula al aire libre para disfrutar de la biodiversidad urbana. Puedes disfrutar de dos didácticos itinerarios, verás: un recorrido por la colección botánica (con un pinar, un robledal, un encinar, un bosquete de arces, un área de plantas aromáticas, una colección de vivaces, zonas de arbustos ornamentales y un arboreto) y un segundo recorrido a través de un jardín de rocas, con muestras de las rocas predominantes en las formaciones geológicas de Madrid: areniscas, pizarras, rocas calcáreas y granitos. Fascinante.
Desde las colinas del Soto se puede contemplar una bonita vista panorámica de la zona sur de la ciudad. Y para fans de la movilidad: de las cocheras de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). Sí, también están ahí.
Una caminata agradable y muy fácil, solo has de dejarte sorprender. Sigue el camino.
🌳 Un descubrimiento
En noviembre de 1936, tras una serie de terribles bombardeos de la aviación alemana e italiana sobre la población civil, Robert Capa fotografía una modesta casa de ladrillo de estilo neomudéjar llena agujeros de metralla, en la calle Peironcely 10, Entrevías. Sentados en la acera llena de cascotes junto a la fachada, dos niñas y un niño se entretienen hablando entre los escombros. La ya icónica imagen ilustra las consecuencias de las bombas caídas del cielo sobre población civil de un barrio obrero. También la vulnerabilidad de la infancia en todas las guerras.
Difundida por primera vez en diciembre de 1936 en las páginas interiores de la revista Regards (Francia) y en la portada de la Zürcher Illustrierte (Suiza), la foto atrae la atención de la opinión pública internacional sobre el sitio de Madrid y el padecimiento de las vecinas. La instantánea da la vuelta al mundo. El horror permea las consciencias y diferentes asociaciones de ayuda humanitaria comienzan a enviar alimentos a la castigada población madrileña.
Mi descubrimiento esta vez tiene la forma de un deseo vecinal para el futuro próximo: el anhelo de creación de un centro para la preservación de la memoria universal, el Centro Robert Capa en el mismo edificio de Peironcely 10 y su entorno. ¿Dónde mejor?
La lucha vecinal y la de varias asociaciones nacionales e internacionales ha permitido la preservación del edificio para intentar transformarlo en un espacio museístico de gran valor histórico y social en el barrio obrero de Entrevías. Un lugar para la memoria, donde se recuerde, y no se olvide nunca, el despiadado bombardeo que sufrió la población civil de Madrid durante la Guerra Civil.
La ejecución de las obras de este espacio significativo está prevista para los próximos años 2025 y 2026. Ojalá este deseo vecinal sí se cumpla.
Respetar la memoria de lo acaecido para construir el futuro. Bastante importante esto.
Date un paseo por el sur de la ciudad, en nada llegas.
🌳 Escribir la naturaleza. Algunos Libritos
Me apetecía hablar de este libro algo desconocido, breve e inconcluso pero de gran valor. Para mí lo tiene. Del ‘El sentido del asombro’ (‘The Sense of Wonder’) de la bióloga y escritora estadounidense, Rachel Carson (1907-1964).
“Aquellos que contemplan la belleza de la tierra encuentran reservas de fuerza que durarán hasta que la vida termine. Hay una belleza tan simbólica como real en la migración de las aves, en el flujo y reflujo de la marea, en los repliegues de la yema preparada para la primavera. Hay algo infinitamente reparador en los reiterados estribillos de la naturaleza, la garantía de que el amanecer viene tras la noche, y la primavera tras el invierno.”
RACHEL CARSON, ‘El sentido del asombro’
Sí, la famosa ecologista y referente intergeneracional en la lucha contra el cambio climático es también una de las mejores escritoras de nature writing del siglo XX. Un ejemplo en esto de escribir sobre la naturaleza con bella y gozosa prosa. Ella, que desde niña tuvo una relación muy estrecha y especial con la flora y fauna, pronto se puso a escribir sobre todo ello. Su primera obra publicada era ya una delicia: ‘Bajo el viento oceánico’ (‘Under the Sea Wind’). Un canto a los océanos, una bella descripción de la vida del mar en la costa de Maine que tan feliz le hacía. Carson busca siempre, en cada uno de sus libros, ensalzar y compartir la naturaleza “tanto en tormenta como en calma, de noche como de día”.
Vamos con ‘El sentido del asombro’. En este libro personalísimo desgrana reflexiones, ideas íntimas y algunas de sus experiencias de vida con su sobrino Roger, del que cuidó desde que se quedó huérfano. El origen de este texto fue un artículo ‘Ayuda a tu hijo a asombrarse’ (‘Help your child to wonder’) publicado en la revista Woman’s Home Companion en 1956 que Carson quiso desarrollar. Sí.
"Explorar la naturaleza con tu hijo es sobre todo una cuestión de estar receptivo a lo que encuentras a tu alrededor. Es volver a aprender a usar tus ojos, oídos, nariz y yemas de los dedos, abriendo los canales de las impresiones sensoriales en desuso... Para mantener vivo en un niño su innato sentido del asombro, se necesita la compañía de al menos un adulto con quien poder compartirlo, redescubriendo con él la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos."
RACHEL CARSON, ‘El sentido del asombro’
Cultivar el asombro siempre como un antídoto contra el hastío incluso contra la infelicidad. Hoy, cuando la conservación de la naturaleza se ha convertido en una necesidad imperiosa, en una emergencia, Carson nos recuerda que la verdadera educación ambiental, que la verdadera educación, ha de basarse en el fomento de la capacidad para maravillarnos frente a lo que nos rodea. Que el niño, la niña se sienta “bajo el influjo de la tierra, el mar y el cielo y su asombrosa vida”, que se perciba parte del gran misterio de la naturaleza.
“El niño desarrolla una imperecedera relación de respeto y amor hacia la naturaleza que indudablemente guiará su toma de decisiones futuras con respecto al cuidado y a la conservación del medio ambiente.”
RACHEL CARSON, ‘El sentido del asombro’
Que las incursiones en la naturaleza, los paseos al bosque, al parque, sean una escuela de proximidad donde la niña, el niño adquiera una ética ambiental y una mirada más profunda y universal acerca del mundo. De lo importante.
Favorecer el indestructible asombro infantil como remedio ante arboricidios sin sentido y en defensa del rico y necesario patrimonio natural. Esto es bastante bonito.
🌳 Arte natural
Imagina un museo en tu mismo lugar de trabajo.
En 1991, se inaugura en Künzelsau, Alemania, el flamante Museum WÜRTH. La idea de una institución semejante le rondaba la cabeza hacia un tiempo al profesor Dr. H.C. Reinhold Würth (apodado, el rey de los tornillos), empresario de éxito, coleccionista de arte y gran mecenas alemán. Apoyado en la tesis de que la cultura iba a mejorar la calidad de vida de los empleados, ideó un espacio donde armonizar cultura y trabajo, o mejor, el tiempo destinado al trabajo y al disfrute cultural.
Decidió construir así un espacio versátil donde convivieran los empleados y clientes de sus fábricas de tuercas (y muchas cosas más) y los visitantes del museo. Era el inicio de esta saga industrial/cultural. Desde entonces, todos los Museos Würth del mundo (son quince espacios fascinantes para el arte y la cultura en Alemania, Austria, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Italia, Noruega y Suiza que se integran en los edificios de oficinas de las empresas) están dedicados al arte contemporáneo y abiertos a todo el público de forma gratuita.
Me estoy alargando un poco. Normal. Si un día te encuentras de paseo por tierras riojanas, acércate al Museo Würth La Rioja: es ahí donde se encuentra la representación de esta interesante factoría cultural en nuestra geografía. Recomiendo sin duda. Uno de mis museos favoritos.
Y es justo en esta sede y hasta el 18 de febrero donde se puede disfrutar (gratis) de un exposición bastante interesante: ‘ANIMALIDAD. Representaciones animales en la colección Würth’. Animalidad. Mola detenerse en esta palabra un momento. Y pensar en los animales (no humanos) como sujetos de derecho.
El arte y la expresión artística son aquí testigo de las diversas significaciones de lo animal que han existido conforme a los cambios históricos y a los distintos modelos de organización social y cultural. Con un montaje muy narrativo, guiado por extractos del ensayo ‘¿Por qué miramos a los animales?’ (¡librazo!) del historiador del arte británico John Berger, vemos cómo sala a sala, el propio concepto de animalidad, paulatinamente, va cargándose de humanidad. Mientras se disfruta de una representación de lo animal bastante única a través de obras de algunos de los artistas relevantes del arte contemporáneo pertenecientes a la colección Würth como Irmela Maier, Henry Moore, Georg Baselitz, André Masson, Barry Flanagan, Günter Grass, Fernando Botero, Klaus Rinke, Pablo Picasso, Andy Warhol, Joan Miró, Dieter Roth…, así hasta 85 artistas. Un lujo esto.
Me pongo seria. Los animales están, viven entre nosotros, a veces como un miembro más de la familia. Otras para ser explotados, para destruir su hábitats, para extinguirlos. Con ternura la muestra nos invitar a reflexionar sobre nuestra relación con el reino animal, y sobre la verdadera urgencia de desarrollar políticas conservacionistas y de aumentar el apoyo a la investigación científica para la conservación de nuestros ecosistemas.
Termino ya, sí. Felices, largos y perezosos paseos.
🎧 Esta cancioncita sonó muchas veces mientras escribía este undécimo paseo.
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[*Créditos
🌳 Lanzarse al camino. Pintura ‘Dos fruteros sobre una mesa’. Tomás Hiepes. ©Museo Nacional del Prado.
🌳 Un buen paseo. Pintura ‘Granadas’. Antonio Ponce. ©Museo Nacional del Prado.
🌳 Un descubrimiento. Pintura ‘Still Life with Apples and Pears’. Paul Cézanne.
🌳 Escribir la naturaleza. Algunos Libritos. Pintura ‘Still Life with Apples and a Pot of Primroses’. Paul Cézanne.
🌳 Arte natural. Pintura ‘Still Life: Balsam Apple and Vegetables’. James Peale.]
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Estupendo paseo, como todos! , Gracias por dejarnos acompañarte y darnos tantas recomendaciones interesantes. Ah! Y por la loa a la borraja, procedo de La Rioja, vivo en Madrid y también la idolatro!