“En sus paseos por la alameda dentro de la finca más de una vez se había encontrado Elizabeth inesperadamente con Darcy.”
JANE AUSTEN, ‘Orgullo y prejuicio’
🌳 Lanzarse al camino
Se me da bien el verano. Igual por eso me gusta tanto.
Opinión impopular esta, lo sé, pero disfruto bastante de casi todas las singularidades propias del caluroso estío. También de las molestas. Me seduce el olor a moras del camino y el verde amargo de los arbustos en flor. Las infinitas horas de luz intensa, las moscas pegajosas en la siesta, la sombra de la higuera y la sombra. Las comidas largas, desordenadas y a deshoras. Hacerme la remolona. Poder leer todo el rato. Nadar en el mar, un baño en cualquier río y las tardes de piscina. Estar a remojo. La arena en todos los sitios. Salir de casa con el pelo mojado y con muy poca ropa. La marea de sensualidad desatada y el renacer del cuerpo adormecido: todas tan guapas. Las noches larguísimas. No quiero irme a casa.
Y me fascinan todos los paseos propios del verano. Esas caminatas a primera hora en la orilla del mar, por la arena mojada y en contacto con el agua fría. Travesías ágiles, rítmicas, acompasadas. Los pies en el agua y los neceseres en la mano: hasta la última roca y volver. En soledad, en cuadrilla o agarradita de la mano. O esos otros paseos por la mañana temprano en las lindes del pueblo: por los caminos viejos o junto al río. Andar con la promesa de cierto frescor matutino; tanto si lo hubiera como sino. Y adoro también los periplos lánguidos cuando cae la tarde, hasta la plaza del pueblo o por el paseo marítimo. Ida y vuelta, ida y vuelta. Paseos indolentes, los de andar por andar. Porque hace una tarde bonita y tenemos todo el tiempo del mundo y nos apetece.
La passeggiata es justo como los italianos llaman a ese dulce paseo que tiene lugar antes de la hora de la cena. A esa placentera caminata al atardecer por la que muchos pueblos y ciudades incluso cierran sus calles principales al tráfico. Imagina. El sol empieza a ocultarse y es el momento de un paseo suave, incluso lento, por el centro histórico del municipio o por el lungomare (el paseo marítimo) si se trata de una ciudad a la orilla del mar. De Trieste hasta Palermo, en toda Italia, desde tiempos remotos, las vecinas se ponen muy guapas y van a determinados lugares para reunirse junto al resto de lugareños por la tarde. Cada ciudad y cada pueblo suele tener un recorrido concreto y un espacio acotado al efecto para este noble arte del paseo perezoso. La passeggiata es especialmente popular y concurrida los domingos, pero todavía mucho más en los meses de verano. La verdadera fiesta del estío. Aquí, lo más importante es refrescarse, pasar el calor en comunidad y ver y ser visto (vedere e farsi vedere). Y saludar a las amigas y conocidas, intercambiar chismes y comer en los puestos de comida ambulante. Y estar. Todo un fenómeno cultural fervoroso y colectivo. Para los italianos, la calle siempre ha sido el espacio de interacción social fundamental, donde encontrarse, debatir, coquetear, comprar y vender, y estos paseos estivales son la escenificación de todo ello; el día grande, la tarde de estreno. Unos paseos oda a la interacción social. Recomiendo bastante perderse en uno de estos recorridos ociosos en comunión con los parroquianos si se tiene la oportunidad. Y ser totalmente italiana por un día.
“Solo los ciudadanos familiarizados con su ciudad como territorio práctico y simbólico, capaces de juntarse a pie y acostumbrados a caminar por su ciudad, pueden sublevarse.”
REBECCA SOLNIT, ‘Wanderlust’
María de Medicis, princesa del Gran Ducado de Toscana y reina consorte de Francia, sentía verdadera nostalgia de los jardines de su Florencia natal. Normal. Amaba profundamente los lugares donde había jugado y crecido, en especial el Parco (el parque) delle Cascine, en la orilla derecha del río Arno. Leo que el viajero inglés Fynes Moryson en su libro An Itinerary describió en 1594 este vergel como "el paseo más dulce que jamás haya visto". Además, la reina quería caminar desde las Tullerías, a lo largo del Sena, sin ser molestada. Cosas de reinas. Así que María ordenó recrear, en 1606, un rincón para el paseo similar al florentino en la capital francesa: es el parque conocido como el Cours-la-Reine. También a la orilla de un río, esta vez del río Sena —en el actual 8º distrito de París— el paseo reverdeció la ciudad, y el bello y frondoso jardín se convirtió en el lugar de moda entre la nobleza de la época para el cortejo refinado y las relaciones sociales.
París es ciudad de caminantes. Y el Cours-la-Reine hoy es un parque público, uno de los lugares favoritos de los parisinos que buscan mucha tranquilidad y vegetación en la ciudad. El lugar perfecto para detenerse en calma. Sus ordenados senderos sombreados evaden del bullicio diario y relajan. Y permiten deambular por la ciudad de forma gustosa y tranquila. Unos paseos para el ensimismamiento y la contemplación.
La caminata entusiasta —caminar en alemán, vamos— se conoce como wandern e incluye un matiz más; también otra cadencia y brío. Aquí los paseos son por placer y siempre en la naturaleza. Y es que la antigua tradición alemana por andar muchísimo y bien, muy arraigada y muy trasversal, trasciende lo urbano y se adentra casi siempre en lo rural. En el campo. Educados en el arte de reverenciar las montañas y los bosques, en invierno, pero sobre todo en verano, los alemanes buscan desconectar de la vida cotidiana (por favor) y conectarse con la naturaleza, apreciar la belleza del entorno (sí). Andar en época de canícula, con todo el tiempo por delante, para desligarse del afán de la cotidianidad y sumergirse en lo sublime del paisaje. Y perderse. Desde las montañas de los Alpes hasta los valles del Rin y en las costas de los dos mares, wandern conecta a los alemanes con su yo más rústico y primitivo; bastante en consonancia con el estado salvaje de Thoreau. En plena comunión con el entorno natural, las caminatas se conciben aquí incluso como un ritual que transforma. Donde el tiempo se vuelve lento y cada paso se convierte en una oportunidad para apreciar lo excelso del entorno y para reflexionar. Paseos transformadores con conciencia medioambiental.
Deambular en verano con las vecinas o consagrarse a caminatas embelesadas, abstraídas o sumirse en recorridos de estío transformadores por los montañas. Propongo entregarse con arrobo a todos los paseos del verano, cuando la mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado, y el tiempo, por fin, es casi todo nuestro. Sí.
🌳 Un buen paseo
Este es un paseo-ficción, una ruta más deseada (hace mucho calor) que real del todo. Aunque también se puede recorrer y transitar en alguno de sus tramos. Me apetecía hablar esta vez de Madrid y el mar. Y seguir el rastro de ciertas huellas marítimas en la ciudad. Sugiero un recorrido por una imaginada ciudad de agua, refrescante y salada, con su embarcadero, sus canales, sus marineros y alguna batalla naval.
Este paseo tiene algunas de las cosas que más me gustan: colosales infraestructuras hidráulicas, varias esclusas y un sueño de puerto de mar. Veamos.
La historia de algunas grandes potencias se encuentra atravesada por la necesidad de dominar el mar, incluso de someter algún océano. Este impulso urgente dirimirá todas las decisiones relevantes del sujeto internacional en cuestión, y le llevará a la gloria o al más absoluto descrédito. Y bueno, Madrid, nuestra ciudad mesetaria situada muy en el interior de la península ibérica, también anheló una vez una salida al mar, incluso, un canal hasta el océano. Y dominarlo. Por qué no.
TRAMO 1. Un canal navegable hacia el mar. El Real Canal del Manzanares (paseo por el Distrito de Villaverde)
En el fascinante libro del escritor Rafael Reig (adoro) se recoge de forma novelada esta ambición y deseo, y Madrid aparece descrita como una ciudad navegable, con un gran Canal Castellana, un Puerto Atocha y una dársena en Delicias. ‘Todo está perdonado’ es una ucronía política que nos habla de un Madrid con rasgos venecianos:
“Como todos los vertebrados, Madrid se halla dividida por una espina dorsal, el Canal Castellana, ese oscuro río que fue un bulevar ruidoso: bajo el agua aún se agitan, como esqueletos de manos cubiertas de liquen, mordidas por los peces, las ramas de las acacias, de los plátanos y de algún que otro castaño que ya estará colonizado por corales y esponjas.”
RAFAEL REIG, ‘Todo está perdonado’
La obra narra un presente factible e imaginario donde los recursos naturales escasean y los hidrocarburos de origen fósil han desaparecido. Ya no hay petróleo. Y hay que buscar soluciones al transporte y al comercio. Buscar una salida al mar: “Cuando construyeron el puente, en 1970, ya tenía treinta años, y cuando se acabó el petróleo y lo convirtieron en un canal (Canal Castellana) con salida al mar por Alicante y Lisboa, había cumplido los cuarenta”.
Y sí, en la realidad, Madrid tuvo un gran anhelo cumplido a medias: el deseo de tener una salida a un océano a 600 km de distancia. El Real Canal del Manzanares iba a ser una enorme obra hidráulica que tendría por objetivo unir Madrid con Aranjuez, y a través del Tajo, salir por Lisboa al océano Atlántico. La idea no era nueva, se llevaba pensando desde tiempos de los Austrias, pero no fue hasta el siglo XVIII, en el reinado de Carlos III con su despotismo ilustrado, cuando a iniciativa privada del influyente hombre de negocios Pedro Martinengo se plantea el proyecto definitivo del Canal: “Don Pedro Martinengo y Compañia ofrecen a su costa y expensar un Canal Nabegable en el Rio Manzanares desde la Puente de Toledo, hasta el Rio Jarama y desde alli seguir la nabegacion adonde mejor combiniese, a eleccion de esta compañia, sea sobre las riberas del mismo Jarama de Henares, o de Tajo, pues en qualquiera parte que siga resultaran las bentajas y vien publico que semejantes obras han producido en otros reinos”. En 1770, el rey concede los permisos y privilegios necesarios a Martinengo mediante Real Cédula y comienza la obra. En esta época también más de dos millones de árboles se plantan en el curso del río Manzanares.
Durante el reinado de Carlos IV, aún en el siglo XVIII, el arduo proyecto queda en el olvido. Con Fernando VII, sin embargo, el sueño parece casi finalizado: se construye el embarcadero de Rivas y pequeños barcos pueden por fin navegar por el Manzanares. Leo que durante el periodo que el canal estuvo en funcionamiento fue una vía de transporte de mercancías y tropas entre la capital y el Real Sitio. Y es justo a raíz de la llegada del ferrocarril, en concreto, de la inauguración del Tren de la Fresa (Madrid-Aranjuez) en 1851 por Isabel II cuando el esta aspiración marina pierde sentido y las esclusas quedan en desuso. El ansiado trayecto navegable llegó a poco más de 20 kilómetros. Fin del sueño.
Ahora, lo importante. Hoy podemos pasear y redescubrir todavía el trazado del viejo Canal en el Parque Lineal del Manzanares (ver en Segundo paseo) y admirar algunos restos de puentes o las estructuras de sus diez esclusas en buen estado. Queda en pie una de las casas de los guardeses, donde vivían quienes abrían y cerraban las compuertas o cambiaban el tiro de los animales para avanzar aguas arriba. El paraje tiene protección BIC (Bien de Interés Cultural). Para entusiastas de la arqueología urbana aconsejo seguir a la Plataforma de Amigos del Real Canal del Manzanares que busca la conservación y difusión de la importancia de todos estos elementos.
TRAMO 2. Una cofradía marinera y unos marineros de secano (paseo por el Distrito de Puente de Vallecas)
En julio de 1981, un plena canícula, un grupo de jóvenes vallecanos que participaban en las Fiestas del Carmen, (ilustre patrona de los marineros) improvisan un baño de agua popular para paliar el calor y reivindican una utopía: “puerto de mar para Vallekas”. Justo al año siguiente, en 1982, se celebra ya la primera Batalla Naval organizada por diferentes colectivos y asociaciones, y apoyada por la Junta Municipal, a la que acudieron más de 3.000 vallecanos y vallecanas. Una fiesta con carácter hedonista, cultural y también muy social.
“A unos 300 kilómetros del mar, mi barrio libra una batalla naval. Con cañones de cubos y barreños, en Vallekas regamos nuestros sueños.”
MARINEROS DE SECANO, La Verbena Klandestina
En otro verano, el del 2000, nace también la Cofradía Marinera de Vallekas, integrando a más de 30 organizaciones y colectivos; una asociación sociocultural, que fomenta diversas actividades y fiestas del barrio (carnavales, Fiestas del Carmen), pero, que, sobre todo, organiza de forma muy eficaz, asamblearia y autogestionada la Batalla Naval, año tras año. Y mantiene viva una de las señas de identidad más importantes de Vallecas.
En este caso, el paseo sugerido tendrá que ser en julio, cuando apriete el calor. Justo en la fiesta homenaje a la patrona de los marineros, el día en que Vallecas se transforma casi, casi, en un popular y arrebatado puerto de mar.
TRAMO 3. Un malecón para Madrid (paseo por el Distrito Retiro)
Más paisaje marinero. Puede que hayas reparado en ello. En una basta y dura estructura al aire libre, situada frente al Palacio de Cristal del Parque del Retiro de Madrid (ver en Séptimo paseo). Inaugurados el 7 de junio de 1982, los Dados de Hormigón del pintor y escultor vizcaíno, Agustín Ibarrola, aluden a la forma de un dique o malecón de contención mediante tres bloques de hormigón. Se trata de una escultura figurativa, pero conceptual, constituida por tres grandes bloques cúbicos traídos directamente del glorioso puerto de Bilbao a la capital. Dos de ellos semienterrados y el tercero colocado encima, en una composición piramidal coronada por un elemento de anclaje, la parte de una supuesta grúa.
TRAMO 4. Un ancla con historia (paseo por el Distrito Retiro)
La ciudad está plagada de tributos a la gente de la mar y de diferentes elementos ornamentales marítimos; solo hay que fijarse con cariño. Y también en el parque del Retiro, al ladito del estanque, un ancla de fondeo preside el paisaje. Parece que pertenecía a la fragata de hélice ‘Villa de Madrid’, una embarcación con mucha aura, ordenada construir el 30 de septiembre de 1860. Este es un homenaje a la mar inaugurado en 1982 bajo el patrocinio de la Real Liga Naval Española (qué buen título) y en nombre de la Armada Española.
TRAMO 5. El Museo Naval (paseo por el Distrito Retiro)
Mira, uno de mis museos favoritos. De verdad. Aquí sí que huele a sal y a vida de mar. Te recomiendo mucho este paseo hasta el Museo Naval de Madrid. Inaugurado en 1843, se traslada a la sede actual del Paseo del Prado, entonces Ministerio de la Marina, en 1932. El propio museo declara como misión la obtención, conservación, difusión e investigación de fondos del patrimonio histórico naval de la Armada. Creado para dar testimonio de algunas de las más relevantes historias navales, es un centro de acceso gratuito y que ahora disfruta de una nueva ordenación más clara e inclusiva. A mí me fascinan los fondos pictóricos que atesora, los retratos, las infinitas representaciones de batallas navales; también los fondos cartográficos y todos sus instrumentos náuticos. Pero el museo está plagado de joyitas que se descubren conforme lo visitas, poco a poco, con calma. A la entrada del recinto otra enorme ancla deja clara la naturaleza marinera del espacio. Es el áncora de estribor del portaaviones 'Príncipe de Asturias', un antiguo buque insignia. Que me he informado navalmente mucho.
TRAMO 6. Un submarino (paseo por el Distrito de Moncloa-Aravaca )
Esta es una historia fascinante. Una vez, hubo un submarino en Lago. En 1932, un obrero ferroviario especializado y aprendiz de inventor llamado Adrián Álvarez Ruiz —fan de Julio Verne y dotado de gran entusiasmo por naturaleza— se sumerge en el Lago de la Casa de Campo* con un tanque submarino que él mismo había construido. Álvarez pretende permanecer más de cinco horas dentro de la cabina del pequeño sumergible sin más apoyo vital que el otorgado por otro aparato de su invención que regeneraba el aire del interior. Sí. Un hecho bastante insólito y complicadísimo. [*nótese el detalle en la imagen del fascinante aparato adornado con la bandera republicana]. Aquel día, ante más de 15.000 personas reunidas para presenciar tal loable empresa, Madrid fue más marítima que nunca.
“Cuando el tanque llevaba sumergido cinco horas y media, la Comisión dio por terminada la prueba, estimando que el tiempo de inmersión era suficiente para demostrar la eficiencia del aparato. Al salir a flote el inventor fue acogido con aplausos delirantes por el numeroso público que allí se había congregado.
Con estas satisfactorias pruebas ha quedado plenamente demostrada la eficacia del generador automático de aire por tiempo indefinido.”
EL SOCIALISTA, número 7406 de 1 de noviembre de 1932
Leo a entendidos de la navegación que varias empresas extranjeras se interesaron por el sistema de purificación de aire creado por Álvarez y que hasta la Alemania nazi trató de embaucarle. Pero no quiso ceder su tecnología y su creación finalmente no llego a producirse. Una pena.
Y no, no tenemos ningún homenaje ni muestra de este gran hito acuático en ningún rincón de la Casa de Campo. Sería el mejor de los cierres. Solo podemos recordar la hazaña de Adrián Álvarez Ruiz cada vez que paseemos por el bello estanque artificial (ver en Tercer Paseo). Yo no puedo ya pensar en otra cosa.
Disfruta de todos los paseos marineros, en nada llegas.
🌳 Un descubrimiento
Sigo bastante marítima. Verás. Esta vez, mi descubrimiento tiene la forma de documento cartográfico manuscrito: es un mapa bellísimo y bastante antiguo. Se trata de la Carta de Juan de la Cosa, el primer mapa en el que se representa América, la más antigua conocida, entiéndeme. Su autor, el marino cántabro Juan de la Cosa, participó en el primer viaje de Colón surcando los mares, y dibujó la carta en 1500, en el Puerto de Santa María.
Geográficamente, se trata de la más completa expresión del mundo conocido en aquel momento. De ahí su relevancia histórica y su aura. Pintado a color sobre pergamino, es probable que se hiciera con la intención de mostrar a los Reyes Católicos la extensión de su creciente imperio de ultramar y las últimas exploraciones realizadas por por portugueses e ingleses. Esta circunstancia podría explicar sus grandes dimensiones (93 centímetros de alto por 183 de ancho), la riqueza de los materiales empleados y la exhaustiva y actualizada información geográfica que contiene. Es una maravilla.
América aparece aquí como una gran mancha verde en su parte continental. Las islas de las Antillas presentan un mayor detalle por ser las primeras a las que llegaron los castellanos en sus primeros viajes. El trazado y la decoración del mundo antiguo (Europa, África y Asia) mantienen la herencia de las cartas portulanas medievales.
Es uno de los grandes tesoros que custodia el Museo Naval de Madrid, y ya solo por esta bella representación gráfica merece la pena una caminata tranquila al centro de la capital. Solo has de dejarte sorprender. Sigue el camino.
🌳 Escribir la naturaleza. Algunos Libritos
“He comprobado que el musgo es un medio para trabar intimidad con el territorio, una suerte de conocimiento secreto del bosque. Este libro es una invitación a adentrarse en él”
ROBIN WALL KIMMERER, ‘Reserva de musgo. Una historia natural y cultural’
En el mundo hay mucho más de lo que se muestra a simple vista; en esos límites de la percepción ordinaria hay mucha, mucha belleza. Y es el musgo, la más primitivas de las plantas terrestres, uno de los vegetales más discretos, antiguos y asombrosos del planeta. Crecen silenciosos configurando tapices de verde tranquilizador sobre suelos, rocas y cortezas de árboles, en rincones reservados con la suficiente sombra o la suficiente humedad. Pero a pesar de su aparente modestia, las funciones ambientales que desempeñan son de gran relevancia, vitales para los ecosistemas.
Me apetecía traer aquí un relato especialmente bonito. Un libro enterito sobre estas sencillas y primitivas plantas: sobre el musgo, que es en realidad muchos musgos diferentes, de formas muy distintas. Mi rollo totalmente.
Robin Wall Kimmerer es científica de ascendencia indígena, directora del Centro para los Pueblos Nativos y el Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Ambientales y Silvicultura de la Universidad Estatal de Nueva York. También miembro de la Citizen Potawatomi Nation. Y este es un texto publicado originalmente en 2003 en Estados Unidos, que edita sabiamente en español Capitan Swing, donde Wall Kimmerer teje, con una escritura precisa y sensible, un relato en el que conviven sus conocimientos científicos con la herencia y la sabiduría de pueblos indígenas como el anishinaabe, del que ella es descendiente: “He querido contar la historia de los musgos, revelar la perspectiva de una especie distinta a la nuestra, pues sus voces apenas se oyen y tenemos mucho que aprender de ellos”.
La científica ve la vida del color del musgo y de ello extrae un conocimiento profundo e íntimo de los secretos de los bosques y de las formas de vivir en el mundo. Ultra necesario esto.
🌳 Arte natural
Termino casi ya. Solo unos breves apuntes acerca de una muestra de fotografía muy chula en cierto espacio expositivo, que además es uno de mis sitios felices de la vida y que, convenientemente, se halla en mi pequeña ciudad natal.
El viaje, más su anhelo que su consecución, ha sido el motor de arranque para el proceso creativo de fotógrafos del mundo entero desde los orígenes de esta disciplina. Además, el tema viajar en todas sus dimensiones (viajar o no, viajar bien o viajar mal) es un asunto que nos apela a todas y esto es relevante.
La logroñesa Sala Amós Salvador presenta para este verano una muestra fotográfica colectiva muy compacta e interesante titulada 'Abierto por vacaciones'. La tesis de esta propuesta parte de una pregunta previa que se formuló Matías Costa, comisario de la exposición, además de periodista y reconocido fotógrafo: ¿Cómo son las imágenes de recreo, de ocio de alguien cuyo trabajo el resto del año (un fotógrafo o fotógrafa) consiste en generar imágenes? ¿En qué se diferencian sus fotografías de las que disparan con sus móviles los miles de viajeros que encuentra en su camino? La respuesta se traduce en más de ciento cincuenta instantáneas que rezuman verano, calor y agua, fotografías de treinta autores ordenadas narrativamente en diferentes capítulos de estío. La naturaleza aquí no siempre sale beneficiada, pero siempre es protagonista.
Terminé, sí. Felices, largos, tranquilos y nuevos paseos.
🎧 Esta cancioncita sonó muchas veces mientras escribía este decimocuarto paseo.
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[*Créditos
🌳 Lanzarse al camino. Pintura ‘Ocean View’, 1992. Alex Katz.
🌳 Un buen paseo. Pintura ‘Grey Marine’, 2000. Alex Katz.
🌳 Un descubrimiento. Pintura ‘Penobscot’, 1999. Alex Katz.
🌳 Escribir la naturaleza. Pintura ‘Green Shadow #2’, 1998. Alex Katz.
🌳 Arte natural. Pintura ‘Daisies #2’, 1992. Alex Katz.]
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Precioso paseo! Recuerdo que en el lago de la Casa de Campo cerca del Plátano Gordo hay un ancla marinera, nunca me he fijado de que se trata… la batalla de Vallecas es mi fiesta favorita de Madrid! Gracias por las sugerencias. La canción me encanta! Gracias